Los derivados son productos de inversión cuyo valor se basa en el de otros activos (acciones, materias primas, índices bursátiles, etc.). Implican un riesgo alto, así que no suelen ser instrumentos demasiado recomendables para personas sin un mínimo de formación financiera. En artículos anteriores del blog ya he hablado de acciones y de bonos, desde una perspectiva más bien jurídica. No son los únicos productos de inversión que existen.
Índice
Definición y función de los derivados
Los derivados son instrumentos financieros cuyo valor depende —se deriva— del valor de otros activos, conocidos como activos subyacentes.
Tienen dos funciones principales:
- Sirven como instrumento de cobertura de riesgo de otras inversiones.
- También son, por sí mismos, un instrumento de inversión.
Tipos de derivados
Existen varios criterios para clasificar los derivados. El más útil para distinguir algunos de los más conocidos —por ejemplo, las opciones de los futuros— es tomar como referencia la firmeza del compromiso que se asume al suscribir el contrato del derivado. Desde este punto de vista, pueden clasificarse en derivados con contrato en firme y derivados con contrato condicionado.
1. Contratos en firme
En algunos derivados, una de las partes se obliga a comprar o vender a la otra el activo subyacente en una fecha futura a un precio pactado de forma previa. Se trata de contratos en firme. En inglés, se suelen denominar forward commitments.
Viene a ser como en ciertas compras a distancia, pero sin derecho de desistimiento. Cuando compramos cualquier producto por Internet y nos lo envían con pago contrarrembolso, firmamos un contrato muy similar. Pactamos el precio antes de que llegue la fecha en que nos tienen que entregar el producto y no nos podemos echar atrás (mejor dicho, no podríamos, si no hubiera derecho de desistimiento).
Son derivados de este tipo los futuros, los contratos a plazo (forwards), los contratos de permuta financiera (swaps) y los contratos por diferencia (CFD).
Para distinguir algunos de los derivados anteriores, es importante saber que hay productos que operan en mercados organizados (exchange traded contracts) y otros que se negocian en mercados no organizados (over-the-counter contracts).
De hecho, este criterio es el que distingue los futuros de los contratos a plazo.
1. Los futuros
Los futuros son contratos en que se establece la compra de un activo en una fecha futura a un precio que se determina cuando se firma el contrato.
Son contratos de obligado cumplimiento, es decir, cuando llega la fecha de vencimiento, el comprador está obligado a pagar la suma acordada y el vendedor tiene que realizar la entrega del activo subyacente.
Los futuros cotizan en mercados organizados. Uno de los más conocidos es el Chicago Board of Trade (CBOT) de Estados Unidos.
Este hecho tiene determinadas implicaciones. Los contratos que cotizan en mercados formales están normalizados, cuentan con una cámara de compensación que ofrece ciertas garantías, etc. Entraré en más detalle en un artículo posterior.
Los activos subyacentes de los futuros pueden ser tanto materias primas como otros instrumentos financieros (acciones, bonos, índices bursátiles, etc.).
2. Los contratos a plazo o forwards
Los contratos a plazo son también contratos en que las partes se comprometen a comprar y vender un activo determinado en una fecha futura.
Solo se diferencian de los futuros en que operan en mercados no organizados (también denominados «mercados OTC», de «over-the-counter»). Por tanto, son más flexibles que los futuros, pero tienen menos mecanismos de garantía. Esto no implica necesariamente que sean menos seguros.
3. Los contratos de permuta financiera o swaps
Los contratos de permuta financiera son, en realidad, varios forwards combinados. En ellos, en lugar de acordarse la entrega de un activo subyacente, las partes se comprometen a intercambiar series futuras de flujos de dinero durante un período de tiempo determinado. Operan en mercados no organizados.
4. Los contratos por diferencia o CFD (contracts for difference)
Los CFD se diferencian de los anteriores en que las partes no se comprometen a comprar ni vender el activo subyacente. Lo que se intercambia es la diferencia del precio de dicho activo en el momento de la compra y de la venta.
De todos modos, ya veremos que muchos futuros y contratos a plazo se suelen liquidar por diferencias, sin que haya intención de entregar el activo subyacente. Productos como los CFD o los swaps no dejan de ser, en cierto modo, una evolución de otros derivados más tradicionales.
2. Contratos condicionados
El segundo gran grupo de derivados serían los contratos condicionados; en inglés, conocidos como contingent claims. En esta categoría se incluyen aquellos derivados en que en el contrato no sirve para pactar una obligación sino un derecho de compra o de venta que se puede ejercer o no ejercer.
El tipo más representativo de contrato condicionado son las opciones, aunque encontramos otros derivados en esta categoría como los warrants o los bonos convertibles.
De este modo, una opción es un contrato entre dos partes en que el titular de dicho contrato adquiere el derecho, pero no la obligación de comprar o vender el activo subyacente. Cuando se adquiere el derecho a comprar, se trata de una opción de compra o call. En caso contrario, será una opción de venta o put. El precio de compra o de venta pactado se denomina precio de ejercicio (strike).
Las opciones se negocian tanto en mercados organizados como en mercados no organizados.
Con lo anterior debería bastar para una primera aproximación al concepto de derivado y a los tipos más comunes. En mi opinión, se trata de unos productos muy interesantes desde el punto de vista teórico. Respecto a su utilidad desde la perspectiva de la inversión, algunos de estos productos operan con apalancamiento y son relativamente complejos, por lo que no suelen ser la alternativa más prudente.
Fuentes
CFA Institute. Derivatives and Alternative Investments. CFA Program Curriculum. Level I. Volume 6. Pearson, 2012
FAUS, Josep y RAHNEMA, Ahmad. Cómo interpretar la prensa económica y financiera. Guía práctica para la lectura de las páginas de economía. (2.ª edición). Bilbao: Ediciones Deusto, 2001
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